jueves, 8 de diciembre de 2011

oniria

Inexplicablemente, un ruzon bojo; Es decir una suerte de buzón rojo con tentáculos tubulares; Con decenas de tentáculos tubulares plastificados y acordeónicos, saliendo en todas direcciones. Y una boina en su cabeza, una boina crema que a veces se asemeja a un ajo y otras a un champiñon según la perspectiva.
El buzon salta, salta, salta por la pista, apenas iluminada con luces tenues del color Vermelho Difuso (consultar guia Pantone) , de lo que parece ser la gran pista de un circo infinito (este circo no tiene, como cualquier persona de bien podria pensar, una carpa que lo contenga) aunque el techo es visible, alto, estricto y cuadriculado. El buzón se esta riendo sin boca pero nadie lo escucha.
El sonido brilla, nos brinda su ausencia.

Por el espacio muerto que se tensa entre el suelo de tierra y el techo expansivo se deslizan rayos de luz en forma ondular, los rayos son finitos, cortitos, graciosos. Son como la estela de cometas juguetones e impacientes que no pueden esperar eternidades, que saben como es el tiempo aquí en la tierra, tan corto y tan tirano y nos regalan sus luces sin egoismo y sin vanidad. Se mueven en círculos concéntricos como bandadas de aves enloquecidas. Nuestra gratidud tambien para ellos.

Ahora, los cometas nos han llevado a observar el centro sobre el cuál giran. Es una cascada de fulgor pálido (se la observa tan bien pues resalta su palidez satelital contra el rojizo glumor fueguino marcial del ambiente) Nos lleva unos cuentos segundos comprender que aquella luz procede directamente de la luna, aunque un segundo después rectificamos y comprendemos que viene del sol, vía la luna. La cascada no tiene nada de cascada en realidad, es una luz estática, pacífica, es un pilar de luz aunque un pilar con dirección claramente cenital, es un pilar construido desde arriba hacia abajo, es decir desde la luna hacia nosotros
¿Importa esto?
No lo sabemos, pero nos pareció interesante mencionarlo. El plácido interior de nuestro pilar lunar esta ocupado en su totalidad por particulas flotantes de polvo y de tierra en suspenso que danza, danza, danza bañado en luz. Que sube y baja, gira, se arremolina, tiembla, choca o gambetea o se queda inmóvil media milésima para subir y bajar otra vez. Por instantes parece un ballet coral perfectamente sincronizado, y por momentos, un caos aleccionador, un bullicio condensado y colosal. Hemos aprendido de ellos en estos instantes mínimos, hemos aprendido a bailar al son de la luna. El buzón salta con más ahínco ahora, no quiere que lo dejemos a un lado.
Mientras tanto el techo, cuadriculado.

Todo parece sincronizado perfectamente y con una dinámica envidiable, ya le gustaria a la naturaleza tener esa perfección en sus movimientos, en la manera que las olas se suceden una tras otra, en la crispación de las hojas con ciertos alisios trasatlanticos, en las erupciones precordilleranas. Pero no nos engañemos, la perfección no dura. El buzón está engañándonos y solo por eso deja de caernos tan bien. Hay un corte ahora, todo se funde a negro y nuestra visión, nuestra perspectiva cambia. Salimos del circo, nos teletransportamos y en medio microsegundo estamos a mil pies de altura, a veinte kilómetros del nivel mar, acostados boca abajo, mirando ese circo pequeñito que espera lo que, ahora observamos, desciende hacia allí.
Suave baja flotando, como hundiéndose en un mar nocturno, esta visión irreal. No me pregunten por qué, lo que desciende es una de esas criaturas submarinas ¿Una esponja? ¿Un coral? No sé cómo llamarla aunque poco importa, es un conjunto de esponjas, pegadas a una roca subacúatica chata y de bordes ariscos. Baja suave, lo repito, como si verdaderamente estuviéramos bajo el manto oceánico, en ese otro universo.Todo se mueve en cámara lenta y si tuviera un cuerpo, una mano, la agitaria frente a mis ojos para ver cual es el elemento que nos envuelve. Respirar se respira bien. Ahora una inhalación me lo sugiere; Ahora una exhalación me lo confirma.Pero las esponjas van tan lento... Otra exhalación y estoy abajo de nuevo, no me quiero perder el circo que parece más triste ahora que he vuelto. La expectación ha decaido. No veo al buzón por ningún lado y se escuchan murmullos y barritos entre el público. Los murmullos que crecen con el desencanto. Hay un clima de final de fiesta ahora y temo que la audiencia comience a desbandarse. Me duele esta posibilidad, no quiero que esto termine, no quiero que las luces se enciendan y la magia termine. Si solo tuviera un cuerpo... Podría intentar hacer algún malabarismo, algún barato truco de magia, payasear un poco. Pero mi materialidad se escasa. El público, sin embargo, sigue inmóvil en la penumbra. Comienzo a notar sus gestos adustos, su piel rugosa que se ve casi de color ceniza en la sombra, sus trompas expectantes, sus ojos negros que parecen tristes o crueles, sus colmillos curvados. Ya me habia parecido escucharlos antes, ahora sé que ellos son los que han estado observándonos toda la noche. Son elefantes los que nos observan, elefantes con monóculos, elefantes con levita, elefantes con birrete, elefantes con pipas y elefantes con chisteras, elefantes paternales que llevan al pequeño a divertirse, elefantes solitarios que tienen miedo a payasos humanos, elefantes africanos y elefantes asiáticos, elefantes de carga y elefantes de paseo, elefantes de caza, elefantes de batalla, semidioses elefantes, elefantes grises, azules y blancos y no del color que estás pensando, elefantes cazadores de elefantes. Y juzgan mientras observan. Y sus miradas inquietan: Un elefante recuerda.
No deberia extrañarme. Elefantes dominan el mundo ahora.


continua...

2 comentarios:

  1. Se me pasó el pedo de lo bien contado que está. Volveré para ver lo que está descendiendo. Juan

    ResponderEliminar
  2. desciende muy lentamente...abrazo natividense

    ResponderEliminar