martes, 24 de agosto de 2010

Serpenteneidad

La otra noche Cecilio me pegó un buen susto. Lo encontré tirado en la cama babeándose y balbuceando insultos hacia Grecia;“Grecia puta” creo que decía pero no se si se refería al país actualmente conocido como Grecia, a la civilización antigua conocida como Grecia o a la, llamémosle (en un acto de piedad), actriz conocida como Grecia (Colmenares para más datos y disculpen por la digresión)
Se veía demacrado y empapado en sudor. Lo toqué y ardía en fiebre. De sus desvaríos pude comprender  que lo había picado una víbora. Me señaló su pierna dónde todavía se veían fresquitas las marcas de los colmillos en la pantorilla.
Yo, como haría cualquiera, intenté salir corriendo a buscar un médico o cualquier tipo de asistencia sanitaria pero él me contuvo (no sé como tuvo la lucidez de hacerlo pues estaba muy mal) y me recomendó en cambio que trajera a Chamorro.
Yo a Chamorro lo conozco poco y nada, es un viejo (más viejo que Pastrami incluso) que vive en una choza que se encuentra a medio kilómetro aproximadamente. Una sola vez lo había visto porque Cecilio me había llevado a que me “leyera el aura”, visita que terminó en rotundo fracaso pues el citado Chamorro no pudo (o no quiso) leer mi aura asegurando que yo no estaba predispuesto, estado que provocaba que mi aura no mostrara sus verdaderos colores. No hace falta decir que yo lo consideraba un charlatán. Sin embargo fui a buscarlo ya que me pareció lo más sencillo, además pensé que la mordedura no sería nada grave; es muy raro ver víboras venenosas en la quebrada.
Volví una hora después trayendo al dichoso Chamorro (además de un potencial esquince en mi tobillo izquierdo) que se deslizaba por la noche de la quebrada como un fantasma y como una cabra (o mejor dicho como una cabra fantasma)
Encontramos a Cecilio durmiendo, aparentemente más calmado, por lo que sugerí no despertarlo pero parece que el viejo Chamorro no escuchó (o simuló no escuchar) mi sugerencia y lo despertó con un violento zamarroneo. Cecilio volvió en sí sin decir una palabra y se destapó la zona de la pierna dónde tenía la mordida. Chamorro la examinó por exactamente un segundo y dio su diagnóstico:
-          - No es nada – dijo – ¿Viste chango? Te dije que no era nada – Yo no recordaba que hubiera dicho algo sobre la mordedura o sobre nada en particular (es más, era la primera vez que escuchaba su voz) pero me contuve de hablar. Lo importante era que Cecilio estaba bien y eso era suficiente.
-          - Uno tiene estos poderes y se siente orgulloso cada vez que puede usarlos para ayudar a alguien – siguió hablando – Yo me dí cuenta que no era grave desde el momento que este vino a tocarme la puerta y es más, ya sabía que hoy alguien vendría a pedirme mi ayuda – le dijo a Cecilio - ¿No te dije Chango? Si, se lo dije – afirmó mirándome a mí esta vez.
Chamorro siguió hablando solo un poco más, alabándose más que nada y yo me acerqué a Cecilio para preguntarle si estaba bien. El afirmó con la cabeza y luego miró a Chamorro primero e inmediatamente a mí:
-          - Tiralé algo de guita que si no, no se vá más – me susurró para que el otro no escuchara y volvió a cerrar los ojos para dormirse

1 comentario:

  1. epa como no avisaste lo de la picadura...o mejor dicho lo de la mordida?, mira si nos quedamos sin cecilio o lo que es peor si chamorro se queda a parlar para siempre?....madre de la cochinada!!!!!

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