jueves, 4 de febrero de 2010

canto

La lluvia. Siempre ahí detrás. Y arriba, y debajo también. Abrazando con su canto interminable.
Así es que no necesitamos trikitixas, chistus o guitarras. Incesante, nuestra música viene del cielo”

Unai encuentra descanso en divagar antes de cada controversia.
Dejar a su mente expandirse, vagar. Quizás imagen encontrar alguna para luego usar en algún bertso.
Flotando, sus ojos recorren la taberna furiosa que, a esas horas, ya muy entrada la noche, se siente cómo la caverna más hermosa. Todo huele a tabaco y a hombre. A no más de cuatro pasos, su rival observa, juega con el vino de su copa.
Se miran y sonríen. Siran y monríen. Ambos están borrachos como cubas.

No habrá más de veinte personas en la tasca. Hablan todos al mismo tiempo. Algunos afirman que Unai ganará, que tiene más experiencia. Otros, un poco más medidos, se la juegan por el Txiki Xabier: Es joven sí, pero con un gran talento.
Piensa Unai: ¿Importa ganar o perder aquí?
No. Importa construir. Hacer del diálogo, florecer bellos bertsos.
Piensa Xabier: ¿Importa ganar o perder?
Sí. Demostrar mi valía. Hacerlos escuchar mi calidad de Bertsolari. Ganarme una reputación. Y que mejor que haber derrotado al gran Unai Elorriaga.

Ensimismados, solo ellos dos, cuando acallan los murmullos. Se bajan los vasos. Se para la oreja.
Y el silencio se hace.
Aunque bueno, está la lluvia, que en Euskadi equivale al silencio.
Se ha decidido de la controversia el tema:

Un hombre observa en soledad los acantilados. Se le presentan Dios y El Diablo. Cada uno
quiere atraerlo para sus huestes”

Están, parece, los que eligen tema también borrachos...
Al instante se sortea, quién es Dios y quién Diablo. Todo lo decide la moneda.
Que surca el aire. Cae. Muestra sólo una de sus múltiples caras.
Unai gana.
Elige al Diablo, claro. Los artistas se sienten más cómodos en ese lado.

Hay unos pocos segundos para que cada Bertsolari prepare su improvisación.
Así que Unai vuela hacia...
Acantilados. Mar. Agua. Dios. Diablo. Caída.
La caída de Lucifer.
Por desobedecer.
Dios quiere súbditos. Ovejas. Caerán por. Obedecer mansamente.
¿Revolución? Todavía no. Empezar. Ganar la simpatía del hombre.

Hastear
El canto de Unai se eleva. Su voz es clara en la noche. La lluvia acompaña.

“Es buen día, amigo, qué miras preocupado?
Acaso el mar te atemoriza?
Acaso la altura del acantilado?
Necesitas ayuda de un amigo
que sabe temer porque ha caído?
Por no seguir el buen camino,
y con buenas razones, haberse descarriado.”

Silencio de nuevo. Su rival ha escuchado y entiende que el diablo sabe más por viejo. Que será muy difícil derrotarlo. Se lo habían dicho allá en la Pulpería del Gringo Morrison: “El Cóndor Rojas es un bicho de cuidado. No dejes que agarre confianza porque te pinta la cara”
Y sí, el Cóndor llevaba años en eso.
Es un payador de la vieja guardia. Y no se iba a amilanar ante Él. Un mocito que “podía ser su hijo” había dicho cuando lo vió llegar.
Tiene que retrucarle con ganas. Estar a su altura.
Recién salido del cascarón” había rimado. “A ver si los tiene bien puestos” había cantado. Recién, reciencito nomás...

El joven Juan Salvador Lezcano toma aire. El Cóndor lo mira cómo desde arriba, dispuesto a comérselo si lo deja. Pero él no es un cordero manso.
Rasga la guitarra con las yemas.
Yemas. Huevos. De nuevo huevos” piensa y sonríe (tibiamente, para sus adentros).
La cabeza gacha y el piso de tierra.
¿Que tiene escrita la letra en el piso, mocito?” grita un gracioso.
La peonada ríe con ganas. No perdonan una estos hijunasgransiete.
El acorde sigue en el aire. No le queda otra que levantar la vista, pero sin mirar a nadie, ni siquiera al rival. Se enfoca en la ventana que da a la pampa, a la legua interminable, al océano seco del otro lado.
La tarde avanza. El sol está aflojando ya, seguramente, afuera correría una brisa agradable.
Huevos. Nuevo. Luego. Ruego” rima para sus adentros, busca la gracia de las musas.
Pero el tiempo se acaba. Si no se apura comenzarán los murmullos de desaprobación.
Así que empieza a tocar despacito, acomodando las últimas palabras de los nacientes versos. Y el ritmo monótono llama al silencio del contrapunto.

“Dicen con razón que soy nuevo
no voy a negar su canción

dice el cóndor que soy nuevo
no voy a callar su canción

una pequeña licencia les ruego
y lo pido con devoción
Espero su comprensión
para que puedan ver el vuelo
de este pequeño gorrión
que hace poco conoce el cielo
y que anda de flor en flor
buscando el motivo sincero
de la música, del amor
y del canto verdadero”



Acaba la rima y cruzan, esta vez, miradas. Nota el hombre la chispa en del joven los ojos. De la vida la chispa.
La repentización ha sido magnífica.
!Que delicia! ¡Qué envidia! Siempre creyó nunca la suya se extinguiría. Ahora la redescubre, pues
ya no la ve en lo que le devuelve el espejo: Los años...los años...
Canta bien el chaval” Es inevitable pensarlo. Pero no busca construir sino...La victoria.
Hambre de gloria. De triunfo de seo. Me la ha puesto difícil...Pero ninguna cuesta imposible de remontar es.
¿Contraatacamos?
¿O lanzamos otro cable a ver si esta vez lo coge?
Se toma una licencia Unai, para beber un poco del nuevo vino con que alguien ha rellenado su copa.
Peleón este Rioja, joder. Peleón el chavalote también. Nadie querrá ir al infierno que ha descrito. A ver cómo nos libramos de esta. Libre. Ser libre. No cordero manso. Elegir libertad o sumisión al señor de los cielos. Suelos. Celos. Velos. Rostro. Descubrir”

Pasó el ámbar carmesí hacia sus entrañas. Ahora es el paso al frente. El vino renueva y aplaca. Ahora, su turno: Lucifer al habla.
No diga que no le favorece esa noche y ese ambiente macabro.
No diga que no se siente cómodo en esas catacumbas, su mejor escenario.
Divague Unai, divague. Con infiernos que arden, con agua que clama.

“No temas amigo al infierno
que la triste paloma revela
no existe el castigo eterno
ni es mi casa una condena
con el cielo no hay diferencias
son dos caras de la misma moneda”


Bien...Pero...
No ha terminado de convencerlo éste último. Se ha quedado a mitad de camino. Lo sabe Unai que baja la vista. Lo sabe Lezcano que se crece. - Ahora te bajo de un hondazo, Rojas - piensa,aunque al segundo se contiene - No hay que confiarse... Se cuentan muchas cosas del Cóndor...Que ha vuelto de las peores. Que nunca hay que darlo por muerto. Además, el error no fue tan grave, la sangre no llegó al río-
Pero sin duda le dejó la puerta abierta para un ataque. Olvido. Memoria. Historia.
Hay juego para aprovechar. Jugo para sacar.
El que mira la tierra ahora es Rojas. Está contraído, destilando odio. Una laguna la tiene cualquiera, pero “¡una laguna justo en ese momento, carajo!!”
Que haya lío era de esperar. Uno de los paisanos de la Finca Grande sale con una gracia. Está bastante mamao y se mete con el olvido del Cóndor. Y en este momento Rojitas no está para bromas;En un suspiro se le planta en frente con el facón en la mano.
El paisanito, que se reía, se queda mudo, pero sobre todo se queda blanco.
Y es curioso y gracioso a la vez. Están cara a cara:
Rojas,colorao de bronca;
El paisano, pálido de miedo.
Si lo pincha se acaba todo... Pero no. El Cóndor se conforma con un chirlo bien puesto. Y Lautaro Cano, que así se llama el paisano, siente el cachetazo cómo una bendición divina. “Tal vez es Dios quién guía aquella mano”.
Le voy a enseñar a tener la boca cerrada, canejo” masculla el viejo cuando vuelve a sentarse.
A Juan Salvador, la interrupción lo ha jodido lindo, le ha vaciao el marote. ¿Qué estaba pensando? Atacar el olvido del viejo. La memoria que se va con los años. Un cóndor no es un elefante...
Y se lanzan una vez más sus zarpas a rasgar los tentáculos del tiempo.
Se tensa la cuerda grave en suave resonancia.
El polvo de la tierra flota, no terminó de asentarse aún. El rayo de una luz postrera traspasa sus finas hebras en prisma de sol.
¡A cantar Salvador!
Un Cóndor no es elefante, no

“Le respondo mi amigo Rojas
a su olvido prematuro

dejeme contestarle Rojas
a su olvido prematuro

No se tome con apuro
los versos de este cachorro
aunque sea usted listo zorro
con firmeza le aseguro
que tengo el animo duro
a usted la cabeza le afloja
yo no sé si sera la edad
o que perdió la sobriedad
con tinto de La Rioja.”


Las ocurrencias del mocito hacen reír con ganas a todo el rancho. “Y no es sólo que saque lindas rimas sino que también tiene arte este Txaparroa...” es lo que deben estar pensando en la taberna todos.
No me den por muerto aún, que de peores he salido. Aunque esta vez...No lo sé, le he dejado demasiada rienda y ni el diablo, ni el diablo esta vez...”ve difícil Unai la controversia, aunque se debe en gran parte eso a que medio ciego (por la noche, por el vino) va.
Pero no es excusa, el Txiki, su rival, más borracho que él, mucho más. Los pocos que aún quedan lúcidos intentan comprender: ¿Cómo hace para sacar esos versos? ¿Cómo hace para mantenerse en pie? Los demás tugurian: Cantan sin entonar, discuten sin enfocar, arguyen sin pensar, gritan sin escuchar y a casi nadie le interesa que es de Unai turno de recitar.
A él, todavía menos...Está cómodo en su propio más allá. “Así será un infierno cuando es encantador ¿Verdad? ¿Si la taberna bebiera? De agua de lluvia borracha va. Itsuturik egon. A potar hombre! A potar hombres fuera todos al charco del agua del canto de la lluvia de la noche del silencio de sangre. Puaj!”

- Que voy a cantar! Silencio! Isilik!! Ixo! - Reclama su lugar y la marea de voces va bajando al tiempo que el arrullo de la lluvia se escora lánguido alrededor. “Cómo agua ha caído el señor del infierno y casi vencido va. Dejémosle, al pobre diablo, la última oportunidad”


“Compañeros en la soledad
Aparta de mí ese mal!
Gritamos en vano a la divinidad
fácil hablar de pureza, fácil hablar de bondad
no entiendes, nuestro Señor, la humanidad
que está perdida y yo la encuentro,
y con artes de pobre diablo la intento aliviar”

“A esta altura de la noche, ya nadie está en condiciones de valorar cómo se debe tal maestría en el canto” es lo que no piensa nadie, ni siquiera Unai que ha ido a buscar la poesía allí dónde nadie la encuentra. Pero aún pudiendo encontrar palabras, no puede encontrarse a sí mismo. Acabó por esta noche esto. Xabi está aún peor pero nadie duda que Lezcano puede contestar con altura a las últimas décimas del Cóndor, no después de lo que demostró esta tarde. Pero el joven Juan Salvador no piensa en versos,ya no rima con plumas sino con espadas...Ni él ni su china se merecían esas palabras del viejo hijoputa este que se vé que se quedó calentito con la reciente gracia del paisano Lautaro Cano y que está caliente porque sabe que lleva las de perder con él. Por eso es que comenzó con los golpes bajos el Cóndor. “Un bicho de cuidado” le habían dicho, pero no, el no es corderito manso no y entonces, o se la come y sigue cantando o se le para y se arma el quilombo. Sabe que Rojas está esperando lo segundo y que todos ahí creen que por ser más joven se va a quedar en el molde. Pero el no es un cordero aunque si que pesa este chaval piensa Unai mientras arrastra como puede al Txiki al patio para que vomite. ¡Te me has pasao de copas chaparro! Le dice y el otro ni siquiera levanta la cabeza, el aire de la lluvia se siente fresco fuera y el sol ya está en el horizonte, teñido de rojo cómo pronto se teñirá la tierra. Lezcano siente el cuchillo en descanso contra su cuerpo, Rojas desde hace rato que lo tiene en la mano. Se enrosca el poncho en la zurda y saca a respirar el facón. El Cóndor juguetea con el suyo. “A mi no me hacen falta ponchos ni mariconadas” dice “enanos como este me fileteo todos los días” y claro siempre están los chupamedias hueleculos que se ríen de todo lo que dice.
No hay demasiado ritual, ahora a acuchillarse y a ver quien tiene suerte hoy.
Está enojado Rojas, eso quizás lo favorezca, ahí viene, con todo, otra más “Vamos, Xabi” dice Unai mientras le palmea suavemente la espalda al chico que no termina de lanzar toda la mierda que tiene dentro, la lluvia que parecía haber parado ha vuelto a atacar con más ganas la segunda vez, esta le pasó cerca, “es rápido el viejo y mierda este” piensa Juan Salvador que sabe que en el próximo cruce tendrá su chance. El Cóndor ataca siempre de costado, confía demasiado en su velocidad pero no tiene técnica, pelea cómo canta y la verdad que tiene futuro este chaval, si no se pierde en el alcohol y si es constante. Tiene futuro, lo veo algún día ganando la Txapela, vamos, una más y nos vamos. Que todavía tengo que llegar a casa...El joven lanza las últimas arcadas, puro bilis, pura baba goteando en la tierra que recibe el agua, la bilis, el vómito y la sangre que comienza a gotear despacio de las tripas del Cóndor. Salvador recibió el puntazo en el brazo, nada grave, pero el Cóndor no va a volar más...Siguen pegados los dos, Lezcano sabe que tiene que esperar que deje de luchar porque este lo va a querer clavar hasta último momento, dejar que se ponga blando, que las fuerzas le abandonen ahora Xabier ya camina con un poco más de fuerza, vomitar siempre hace bien y Unai piensa que después de todo sí que construyeron algo, algo que quedó a medias...Aunque...Quién decide cuando algo está a medias y cuando está completo? Las controversias siempre se hacen de a dos empieza a divagar Unai nuevamente y el arte, el arte también siempre se hace de a dos, siempre hay una constante lucha que a veces se gana y a veces se pierde pensara Rojas que ganó muchas pero en esta le tocó perder “Hijo de mil puta” le dice con las últimas fuerzas a Lezcano que no suelta el mango metido en el estómago de su rival todavía; Y sí,en este oficio hay que tener arte y hay que tener huevos piensa Lezcano que hoy ganó pero que quizás otro día no tenga tanta suerte.


castellon, españa, fines de 2009, comienzos de 2010

3 comentarios:

  1. Muy al estilo de "Todos los fuegos el fuego" o "La noche boca arriba". Evidente la influencia de Cortázar. Me gustó.

    ResponderEliminar
  2. me pillaste!!

    :)
    gracias por pasarte

    ResponderEliminar