miércoles, 1 de julio de 2009

praga

La habitación me recordaba a un mal sueño, a árboles con puntas venenosas , a canguros en semillas , a una muerte en la familia. 
Afuera no se estaría nada mal, la ciudad me llamaba y hacía ya dos días que me venìa postergando esa necesidad de perderme por aquellos callejones y sentir que retrocedía en el tiempo.
Bajé sin avisarle a nadie, ni siquiera a Georgie, a quién no le desagradaría nada acompañarme. Lamenté no decírselo porque una conversación con él caminando por aquellas calles empedradas sería de lo más estimulante.
Sin embargo, una especie de codicia me dominaba: quería la ciudad para mí solo. 
Más tarde intercambiaríamos nuestras impresiones ¿Qué pensaría él de Praga?
Más tarde, si él deseaba, hablaríamos largo sobre ello, pero seguramente sería sobre otro suelos, bajo otros cielos.
Entonces caminé, crucé el Moldava por el Carlos I, seguí por Karlova y giré en Linhartská hacia la plaza del Ayuntamiento. 

Sin notarlo, pero sin evitarlo, me fui alejando de las calles más transitadas, de las turísticas, de la gente, de las conversaciones ajenas…Poco a poco comencé a doblar compulsivamente en cada esquina, las calles se bifurcaban, replicándose una y otra vez. El placer de estar en el laberinto, sin poder salir, pero sin ser molestado… 
Hasta que, al doblar una de tantas esquinas, tuve que detenerme. 
El aire me faltó por un segundo, esa era la calle que, sin saber, había estado buscando. Algo familiar había allí.
El empedrado era irregular, descendía en una especie de hondonada y se perdía en una posterior elevación, en la oscuridad. No debía tener más de dos faroles encendidos, eran faroles de gas, a la vieja usanza. Un hilo de agua sucia corría a lo largo por un costado.
Recordaba esa calle de algún lado, decir deja vû sería demasiado fácil. 
No. Yo había estado en aquella calle. 

Mientras dudaba vino a mí esa idea de que al soñar, el alma se despega del cuerpo, trascendiendo (y rompiendo) tiempo y espacio para volver al pasado y, si puede volver al pasado, ¿Acaso no podría visitar el futuro? Y si fuera así ¿No esto sería un recuerdo del futuro? 
Como fuera, una sensación indudable me galopaba: Yo había previsto esa calle.
El paso siguiente sería caminarla.

Sin embargo, con cautela, comencé a desandar el camino que me había llevado hasta ahí. No podía hacerlo. Lo sabía desde el principio. Tenía demasiado miedo de lo que me encontraría en la otra esquina, invisible desde donde me encontraba, perdida entre la oscuridad y la niebla fértil.
Pero de repente, un sopor.
Y una pausa.

Entonces, una fuerza que no provenía de mí me impidió retroceder más. Algo como una mano me retenía. La sentía (sin sentirla) en mi espalda. Una mano mental. Una mano que yo veía (sin ver). Una mano de falanges como dragones. Una mano que me impulsó hacia delante.
Y comencé a caminar. ¿Con miedo? ¡Sí! Con todo el miedo que podía sentir, con pánico, con terror profundo, con desesperación, con el corazón en la punta de la lengua y de los pies y el latir que retumbaba en cada uno de mis pasos que poco a poco se iban acelerando mientras mi cuerpo se inclinaba ligeramente hacia delante.

En ese momento lo ví venir en sentido contrario. 
Caminando con un paso dubitativo que contrastaba con mi andar, que demostraba una convicción que yo no sentía en absoluto. Mi paso decía no hay pared, no hay caballería mongol, no hay fisión nuclear , no hay compasión , no hay odio , no hay amor que me detenga. 
Soy el rey del universo.
Todavía no podía ver su rostro, pero lo sabía tan inferior a mí, tan simple, frágil e imperfecto , tan ser humano que estaba seguro que la sola visión de mi rostro despedazaría su voluntad y su cordura. 

Cuando pasó bajo el farol de gas me ví, caminando hacía mí mismo. Tembloroso y mortal Con la mirada inyectada de terror y sus pupilas (que eran mis pupilas) fijas en mi rostro terrible. 
Y comprendí quién era, fue allí cuando me olvide de mí y recordé: De mi tez amarillenta, de mis ojos ligeramente oblicuos y de mi maldición eterna.

Entonces comprendí que quien venía hacia mí era el Golem, mirándome a través de mis propios ojos.

En Salta, primeros meses de 2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario